Fuente Manantial
canalizado, robusto, salvaje, sin forma exacta,
de formación impecable. exuberante.
A ambos nos corre el agua,
nos hace transparentes,
puros, cristalinos, reflejantes.
Ambos del mismo origen,
de las montañas
y las montañas del cielo
y el cielo de los mares
de los océanos, de los ríos
de las fuentes y los manantiales.
Ambos nos complementamos
como si hombre y mujer fuéramos.
De la emulgente
mezcla de tierra y agua
crecen las flores
que en ramillete acaban.
En la piedra y el agua
se posan las miradas enamoradas
de lo bello, de las palabras
y del Amor.
Entradas
¡¡Qué bonito Marga!! Me ha encantado. Muy sencillo y con mucha profundidad. La única certeza entre todos los intentos de llegar hasta alguna de ellas, estamos hechos de la misma sustancia. Eso es lo que nos une y nos permite reconocernos.
ResponderEliminarSi Arturo, ante todo, los elementos, las palabras, presentan profundidades. Un juego que no es al azar. No es al azar que la fuente, en femenino adopte el papel de lo masculino y el masculino manantial, la feminidad, para que metafóricamente procedan y acaben siendo una misma cosa, una única sustancia como tú dices. Como también, lo cultivado y lo creado por el hombre, como es, la fuente, se simplifica en lo mismo que no ha pasado por esa evolución, el manantial. Como el hombre cultivado es igual al hombre natural, salvaje que a aprendido se su entorno. O como el Amor, no se ve alterado tanto si se presenta en forma de ramillete de flores como si lo hace a través de una mirada y sigue siendo una misma cosa.Como hombre y mujer, que solo nos diferencia lo externo...
ResponderEliminarPara mi, este poema encierra muchísimas sentimientos, y me ha sido gratificante poder escribir tantas cosas con tan pocas palabras.
Me alegro que te haya gustado y que hayas encontrado en el “el azul” “el azul del sentir”
(Jeje… por resumir)